Multa y clausura por no emitir CFDI

Bienvenidos a una nueva historia de terror del SAT. En esta ocasión les vamos a contar la historia de Sara, que literalmente, por desconocimiento, el SAT le clausuró su negocio. Básicamente le dijo, “tu ya no puedes operar hasta que me rindas cuentas”.

Sara tenía una tienda de joyería al mayoreo en Monterrey. Dice que empezó como un negocio muy pequeño, solo vendía a familiares y amigos, pero que en menos de un año creció muchísimo y dijo, “es momento de establecerme en mi local”. Buscó y buscó hasta que lo encontró y lo rentó.

Le encantaba lo que hacía, pero dice que una cosa que sí le estresaba era el hecho de que los clientes casi siempre le pedían factura, y ella no tenía ni la menor idea de cómo se hacía una, y también que tenía 0 ganas de averiguarlo, pues solo le importaba que creciera el negocio (el error del 90% de los emprendedores).

Sara nos cuenta que diario tenía que andar inventando excusas para no dar factura; casi siempre decía que “no tenía sistema” pero sabía que no iba a poder usar esa frase por mucho tiempo más y menos si continuaba creciendo.

Un día, llegó un cliente frecuente de Sara, el Señor Martínez, a llevarse su buena cantidad de productos, porque le compraba el mayoreo a Sara y los vendía en otro Estado. Al momento de pagar, le dice, “oye Sara, ahora si te voy a pedir que me des la factura, porque ya me di de alta en el SAT, y este gasto es deducible para mi solamente si tengo la factura correspondiente”

Sara, nerviosa, empezó a pensar rápidamente qué excusa podía sacar en esta ocasión, y le dijo al Señor Martínez, “una disculpa, por el momento en este establecimiento no damos factura”, pero el cliente insistió y le dijo, “a ver, van como 3 o 4 veces que te pido factura, y siempre me sacas excusas, si no me das factura, dejaré de tenerte como proveedora”

Sara no supo ni que contestar, y el Señor Martínez, molesto, le dice, “no puede ser que no des facturas, para empezar, es TU OBLIGACIÓN”. Dice Sara que estaba sudando de nervios porque no sabía que responderle, ya que sabía que él tenía razón.

Pero en fin, después de la “regañada” que le puso, se fue sin comprarle nada, y no volvió a saber de él. Aproximadamente un mes después de eso, dice Sara que entraron a su tienda dos personas en uniforme. Cuando se fueron acercando al mostrador donde estaba ella, alcanzó a leer en sus camisas “Servicio de Administración Tributaria”…  Y pensó, “hasta aquí llegué”

Se presentaron estas personas con ella y le dijeron que esto se trataba de una revisión “aleatoria” a todos los comercios abiertos al público en general y que iban a revisar la operación de su negocio.

Empezaron a inspeccionar y uno de ellos le preguntó, “¿señorita, usted expide facturas?”, y Sara intentó salirse por la tangente, hasta pensó en usar la clásica, “sí, si doy factura nada más que ahorita no sirve el sistema” pero sabía que con ellos no iba a funcionar.

Y no le quedó de otra que decir toda la verdad, que era un negocio pequeño, que apenas estaba pensando en regularizarse, y que por ende, no expedía facturas. Los auditores del SAT le dijeron que comprendían la situación, pero aún así le dejaron un papel que ni siquiera leyó porque no entendió nada, pero se asesoró posteriormente con un fiscalista y, en términos prácticos, ese documento era una multa y un aviso de clausura de negocio.

La multa fue de $17,000 pesos, y desgraciadamente la tuvo que pagar. De igual forma, su negocio estuvo cerrado por 15 días (y dejó de ganar dinero en ese plazo, obviamente), y al final no le quedó de otra que darse de alta en el régimen correspondiente para poder seguir operando.

Va la moraleja. Primero, dejen de pensar que por “ser un negocio chiquito” el SAT no los va a detectar, hay muchas formas en que puede hacerlo, y esta solo es una de ellas.

Segundo, si Sara hubiera sabido que se pudo haber dado de alta en el régimen que le correspondía en ese momento, no hubiera tenido este problema, por lo tanto, el conocer del tema fiscal es indispensable para poder tener un negocio que no se vea afectado, precisamente, por los impuestos.

Y tercera, que más que moraleja es consejo, piensen en grande, todos los negocios empiezan pequeños pero con esfuerzo y dedicación crecen y crecen, solo acuérdense que para crecer hay que formalizarse. ¿cuándo han visto que una empresa enorme, de las que cotizan hasta en bolsa, no esté en la formalidad?.

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